Púrpura y negro – J. P. Gallagher
Para cientos de personas huidas —prisioneros aliados, refugiados, judíos y no judíos a quienes los nazis buscaban por diversos motivos— uno de los más grandes héroes de la Segunda Guerra Mundial es el espigado y jovial sacerdote irlandés Monseñor Hugh Joseph O’Flaherty. Durante toda la guerra trabajó en el Vaticano; aprovechó esta circunstancia para organizar por su cuenta, extraoficialmente, un sistema de eficacia increíble, con el fin de dar albergue a innumerables refugiados. El relato de sus aventuras es una historia excitante, que arroja una luz reveladora sobre uno de los aspectos menos conocidos de la Guerra.
Después de la liberación, Mons. O’Flaherty fue condecorado por Italia, Canadá y Australia, recibió la Medalla norteamericana de la Libertad y nombrado Comendador del Imperio Británico.
Herbert Kappler fue sentenciado a cadena perpetua por crímenes de guerra. En los largos años que estuvo en la prisión italiana, Kappler tuvo un solo visitante: todos los meses, año tras año, O’Flaherty iba a visitarle.
En 1959, el antiguo jefe de la Gestapo de Roma recibió el bautismo de manos del sacerdote irlandés.